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Capítulo 5 – Despertar
Tras aquella serie de notificaciones, reuní fuerzas con dificultad y salí del interior del tronco. El aire exterior era denso y olía a ceniza. Frente a mí, un gran charco de sangre y carne carbonizada pintaba una escena grotesca. Sin embargo, mis instintos tomaron el control. Al acercarme, mi estómago rugió con fuerza. Me sentía débil otra vez, y mis ojos se clavaron en la carne aún humeante.
Sin otra opción, comencé a devorarla. La textura era dura y chamuscada, pero lo importante era la energía que contenía. Tras un rato, me sentí satisfecho. La vitalidad regresaba poco a poco a mi cuerpo. Sin nada más que hacer en ese momento, decidí revisar mi estado.
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Estado
Nombre: Adán Drakensilver
Raza: Dragón occidental – Variante negro plateado
Edad: 1 semana
Etapa: Cría
Nivel: 4
Atributos
Fuerza: 21
Agilidad: 19
Resistencia: 26
Inteligencia: 16
Percepción: 26
Carisma: 21
Suerte: ???
Nota: Cada subida de nivel otorga 2 puntos automáticos por atributo y 5 puntos libres para distribuir.
Atributos libres: 15
Talentos
Dios bendice el trabajo duro
Súper cerebro
Cuerpo de dragón
Runas dragónicas
Habilidades
Regeneración inferior [5]
Volar [2]
Aliento de dragón [2]
Garras de plata [1]
Escamas de hierro negro [2]
Ojo de dragón sabio
Resistencia al dolor [2]
Voluntad de dragón [2]
Nota: El nivel 50 es el límite para la evolución.
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Observando los cambios en mis atributos y habilidades, me sorprendió la velocidad de mi crecimiento.
En ese momento, el sistema habló con su tono monótono y neutral:
—Anfitrión, con la subida de nivel se aceleró su recuperación, pero también se consumió una gran cantidad de energía. Afortunadamente, había carne en abundancia cerca de usted.
Al escucharlo, comprendí por qué no sentía dolor, pero sí una profunda debilidad. Al parecer, el sistema había hecho bien en mantenerme con vida.
Dejando eso de lado, reflexioné sobre cómo distribuir mis puntos. Me senté bajo una raíz seca, meditando la estrategia más eficiente. Tras un momento de análisis, decidí equilibrar todos mis atributos para mantener una capacidad versátil en todos los aspectos.
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Estado actualizado
Nombre: Adán Drakensilver
Raza: Dragón occidental – Variante negro plateado
Edad: 1 semana
Etapa: Cría
Nivel: 4
Atributos
Fuerza: 25
Agilidad: 25
Resistencia: 26
Inteligencia: 21
Percepción: 26
Carisma: 21
Suerte: ???
Atributos libres: 0
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Tras asignar los puntos, una oleada de poder recorrió todo mi cuerpo. Sentí mis músculos tensarse, y mis escamas resplandecieron con un brillo metálico. Pude notar a simple vista que había crecido; ahora medía al menos dos metros de largo. Con el aumento de inteligencia, mis pensamientos se volvieron más claros, como si un velo se hubiese levantado de mi mente.
De pronto, una sensación cálida brotó desde lo profundo de mi pecho. Era reconfortante, envolvente. Supe de inmediato lo que era: mi maná había despertado.
Ding — ¡Felicidades al anfitrión por desbloquear el atributo "Maná"!
Maná: 40
Nota: Un mago humano promedio posee una reserva de maná de 10.
La notificación me sorprendió un poco, aunque no demasiado. Gracias al talento Cuerpo de dragón, ya esperaba que mi reserva mágica fuera muy superior al promedio.
Con el despertar del maná, una avalancha de ideas cruzó mi mente: hechizos, círculos mágicos, runas… todo lo que había visto en animes y novelas de mi vida pasada. Sin embargo, eso tendría que esperar. Primero debía sobrevivir.
Cerré las notificaciones y me preparé para adentrarme más en el bosque. Gracias al enfrentamiento con el troll, intuía el nombre de este lugar: Bosque Muerto.
Ya habían pasado varias horas desde mi llegada. El ambiente era sombrío, con árboles retorcidos y una niebla perpetua que bloqueaba la luz solar. En el camino, me crucé con varios monstruos, pero logré evitarlos con éxito.
Mi comportamiento cauteloso fue recompensado. El sistema me otorgó una nueva habilidad: Sigilo. Esta habilidad atenuaba mi presencia, ocultaba mis pisadas y reducía el ruido al moverme.
Cuando el sol comenzó a ocultarse y el cielo se tiñó de rojo, encontré un agujero entre las raíces de un árbol muerto. Sin pensarlo, me metí allí para pasar la noche.
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Mientras dormía, tuve un sueño sobre mi vida anterior. Soñé con mis tíos, con quienes viví tantos años.
Mi tía Laura era una mujer cariñosa, que me cuidó como si fuera su propio hijo. Una mujer excepcional. Mi tío Carlos, en cambio, era serio y de pocas palabras —muy pocas—. Solo hablaba cuando era necesario. Aun así, su presencia siempre me transmitía seguridad y apoyo.
En el sueño, estábamos cenando juntos, hablando sobre mi próximo viaje a la universidad. Entonces, mi tío habló:
—Hijo, estoy orgulloso de ti.
Tras una breve pausa, añadió con voz firme:
—Espero que cumplas todos tus sueños… y que no dejes arrepentimientos en esta vida.
Pocas palabras, pero cargadas de calidez.
Mi tía también intervino:
—También estoy muy orgullosa. Todavía recuerdo cuando llorabas por caminar solo a tu primer día de clases… y ahora estás por irte a la universidad.
Su voz reflejaba orgullo, pero también cierta tristeza.
—Cuando termines la universidad y consigas un trabajo estable… a ver si te buscas una novia y formas tu propio hogar —añadió entre suaves risas.
Con algo de vergüenza, solo asentí mientras me rascaba la cabeza.
Así transcurrió la cena, entre sonrisas y conversaciones. Al terminar, ayudé a recoger la mesa y me dirigí a mi habitación. Justo cuando estaba por abrir la puerta, una luz cegadora me envolvió por completo…
Desperté de golpe, con los primeros rayos del sol golpeando mi rostro. El Bosque Muerto seguía allí, silencioso y oscuro.
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