75/03/2,291 Después de la Caída de Carito.
Un susurro surcó los hermosos campos de la región de Vavilon.
"Tres putos meses."
Oscar observó el cielo. A su alrededor, estaba todo el grupo dormido.
El sudor seco picó en su piel, y el mundo se sintió pesado.
Sus castaños ojos se movieron cuando escuchó un pequeño ruido, pero bajó la guardia en cuanto vio qué era.
Un pequeño ratón de campo, su hermoso color blanco con manchas amarillas lo hizo resaltar.
Dando una sonrisa, este estiró la mano.
El pequeño roedor olfateó un poco. Con cautela, este se terminó acercando.
'Hermoso.'
El hombre se sentó, sus piernas en posición de loto. Y sin miedo, llevó al animal hasta sus ojos.
El café golpeó contra el azul. Oscar subió su pulgar para acariciar la cabeza del diminuto mamífero.
Este, por su parte, en cuanto vio el dedo acercarse, simplemente se restregó contra él mismo.
Oscar bostezó y se volvió a recostar, pero dejando al pequeño roedor a su lado. Mismo que, igualmente, se acurrucó al lado del rostro de Oscar.
"Es bonito encontrar algo hermoso en este lugar." Oscar dijo, a su vez apenas una fracción de su común y energético discurso.
Por si acaso, este chequeó su ventana de estado:
[Capital total: 133 monedas con 1 papel moneda.]
[Zona Actual: Vavilon Noroeste.]
[Color: Rosa.]
[Vidas: 3.]
[Tiempo de Recarga: 180 horas. 80/03.]
'Vaya mierda.'
Este simplemente tomó la cobija que tenía al lado, y con un suspiro se acurrucó con ella.
Este, mientras se dormía, recordó el día anterior:
'El sentir del paso, la pelea contra aquellos gublics.' Sonrió.
Observando al pequeño ratón, ahora dormido, este simplemente movió su mano para acariciarlo.
Su mano se movió con la ternura de una madre.
'¿Qué hubiese sido aparecer en zona blanca, o al menos amarilla?'
La imaginación de Oscar voló, imperativa en fantasías de un mundo más tranquilo.
Caminar entre riquezas, no tener que pelear cada día por sobrevivir o tener el miedo de que abusen de ti.
Se imaginó a sí mismo en una mula, con un kit de herramientas básicas y una simple lanza.
Cazar monstruos, vivir aventuras, tener gente con la cual convivir sin tener que estar drogado para que sean dóciles.
Aparecer en una ciudad pequeña, con economía estable y calles limpias. Respirar un aire que no oliese todo el tiempo a excremento de bueyes y con niños corriendo.
Ah, niños. Esos pequeños tan hermosos e inocentes. Una sonrisa serena apareció en su rostro.
Recordó el jugar con su sobrina cuando aún estaban en la Tierra, llevar de paseo a su pequeño vecino.
El cómo siempre lo vieron con esos grandes ojos vírgenes de un mundo gris.
Los dedos de sus pies se apretaron, mientras sus manos se pusieron algo inquietas.
Bailar cada día con los pequeños de alguna ciudad. Vivir tranquilo, tal vez trabajar de panadero y no de esto.
Regalar pan a los pequeños huérfanos, tal vez adoptar uno para tener para sí mismo, solo para sí mismo.
'¿Cómo estará mamá?'
Este recordó también la tranquila sonrisa de aquella mujer que lo crió con tanto esmero.
Pero su corazón se hundió. Recordó aquellos días en los que la vieja y tranquila voz de la mujer se levantó en su contra.
Y, aun así, la siguió amando.
'Espero me le haya llegado mi postal.'
Viendo por última vez al pequeño ratón, este cayó dormido.
Era de mañana. El día fue hermoso; al estar parcialmente nublado, el pequeño poblado se permitió un momento de paz.
Oscar se estiró. En sus brazos se encontraba su pequeña amada.
Dándole un beso en la frente, este simplemente la dejó a un lado.
Quitando la manta de él, este reveló su cuerpo, las cicatrices de las tantas aventuras vividas.
Estirándose lánguidamente, bostezó. Caminando al baño, este lavó su rostro y cepilló sus dientes.
Después de hacer unas cuantas gárgaras, este escupió el agua.
Caminando al ropero, este eligió una simple camisa de lino para sí mismo y un lindo vestido de seda azul para su amada.
Moviéndose a donde ella aún estaba dormida, este la levantó. Sus ojos azules le devolvieron la mirada, grandes y finos como los de un gato.
Este la cargó hasta el lavado, en donde con cuidado limpió su rostro, aunque no pudo evitar robarle un beso.
Tomando el vestido, este le hizo levantar sus brazos. Ella lo hizo, y al hacerlo se notó que sus manos llegaban apenas a los pectorales del hombre.
Sus manos blancas contrastaban con su canela.
'Hermosa.' Esa fue la única palabra que le llegó a la mente al verla.
Ella pidió que él la cargase en su espalda hasta la iglesia, y él, como todo un caballero, accedió.
Las personas le saludaron con una sonrisa, mientras los niños corrían a la iglesia.
Después de todo, hoy era festivo.
Tres horas se la pasaron en la iglesia, pero siempre con una sonrisa.
Bailar, comer y hablar fue todo lo que se hizo aquella mañana, aparte de rezar.
Llegado el mediodía, Oscar tuvo que volver a casa.
Su amada lo acompañó, y allí le ayudó a alistarse para el trabajo.
Dándole un beso de despedida, este partió a la herrería. Ya podía oler el hierro desde aquella distancia.
El calor de la misma lo golpeó, un calor tan fuerte que mandaría a muchos hombres corriendo.
Pero Oscar no fue cualquier hombre: él derrotó un dragón y participó en la mayor raid en contra del Lord Blasmeios.
Así que, tomando su mandil, este entró sin miedo al trabajo.
El día pasó rápido entre martillazos, brasas y chispas.
Cansado, pero satisfecho, volvió a casa.
Su amada ya lo esperaba con comida recién hecha. Dando una sonrisa, este comió con ella.
Y, llegada la noche, este se acurrucó junto a ella.
Ambos desnudos, y el cuerpo de ella, su verde cuerpo, siendo perfecto para él.
Y con eso, dejó que el sueño lo reclamase.
79/03/2,291 Después de la Caída de Carito.
En Vavilon, se encontraron una gran cantidad de ratones avispa comiendo tranquilamente de todo aquel grupo de aventureros.