No podía dormir. Las ratas hacían ruido entre las paredes, y el futón me daba comezón. Me revolví por un rato, suspiré, y entonces lo vi: el diario. Y la caja.
Ahora que lo pienso…
Ese diario debería estar dentro de la caja, según la carta del abuelo.
Aunque también es raro… decía que no debía abrirlo hasta llegar a Uke Mochi.
"¿Cómo se suponía que iba a leer el diario si estaba encerrado en la caja? En fin… tal vez se confundió."
Me incorporé, lo tomé con ambas manos. Era más pesado de lo que parecía. Un diario de cuero envejecido, con una brújula grabada en la tapa y rodeada de símbolos extraños. Estaba asegurado con gruesas correas y hebillas de metal. Más que un diario, parecía una caja fuerte portátil.
—Bueno… no creo que pase nada si solo leo la primera página. No voy a leerlo entero, solo… echar un vistazo.
Me tomó varios minutos abrirlo. Cada hebilla era como un rompecabezas que desafiaba mi paciencia.
—Veamos qué contiene… ¡¡Espera, qué demonios—!!
Fueron mis últimas palabras antes de caer inconsciente, como si alguien me hubiera noqueado.
Ahora entiendo por qué el abuelo dijo que no lo abriera.
Dormí… o algo así… hasta que el sonido de una rata me despertó.
Miré por la ventana. Todavía era de noche, pero el amanecer ya se acercaba.
Tenía que ir al pasadizo secreto… pero la cabeza me dolía como si hubiera pasado por un tifón.
Esa luz que salió del diario… ¿qué fue exactamente?
—El diario…
Miré a mi alrededor. No estaba.
Recordaba haberlo tenido en mis manos…
¿Se lo habrían llevado las ratas?
"Mmm… lo dudo. ¿Para qué querría una rata un diario? No es como si fueran a leerlo…"
—¿Por qué no…?
—¡¿Pero qué carajos…?! ¡¿Estás hablando…?!
—Oye, eso es discriminación. ¿Por qué una rata no podría hablar?
—Porque… ¡eres un animal! ¡Eso no sucede! Una rata parlante sería el descubrimiento del siglo en Japón.
»¡Pero ese no es el punto! ¡Estoy hablando con una rata! ¿Qué me pasa?
—Yo no diría que estamos hablando… más bien, estás gritando.
»Por cierto, eres muy desobediente. Te dijeron que no abrieras el diario.
—¡Esto es una locura! Además… ¿por qué tú puedes leerlo y no te pasa nada? ¿Tienes poderes mágicos o qué?
—No que yo sepa…
»Pero según el diario, podría obtener alguno si como las frutas y mezclas correctas. Es muy interesante. Deberías leerlo.
Me estaba hablando mientras leía el diario encima de una caja, como si nada.
Era tan absurdo que por un momento… casi parecía normal.
—Necesito calmarme. Me estoy quedando sin oxígeno… casi no puedo respirar…
—Oye, caminar en círculos no va a solucionarlo.
»Relájate.
»Si quieres, me puedo transformar en una chica hermosa. Aunque gastaría mucho maná…
Una… ¿chica hermosa?
Definitivamente preferible a una rata. Pero… esto es absurdo. No debería seguirle el juego.
Aunque… si realmente está leyendo el diario, podría serme útil.
Y creo que ya me estoy calmando.
Después de todo… estoy buscando una granja mágica. Una rata parlante no debería ser tan extraño.
—¿Sabes qué? Olvídalo. Me voy a transformar igual. Ya me incomoda esta apariencia.
Una luz azulada, con destellos blancos, cubrió el cuarto. Se expandió, ondulando el aire, y empezó a tomar forma.
Y ahí estaba.
Ella.
La rata convertida en mujer.
—¡Tadam! ¿Qué te parece? ¿Soy bonita?
»Estás muy sonrojado, así que eso es un sí.
—¿Quién rayos eres…?
»¡¿Y por qué estás desnuda?!
—Mmm… creo que me llamaban Encanto Primaveral. ¿O era Uke Mochi?
»El punto es que vine a buscarte. Sentí tu presencia, y necesito que vengas conmigo rápido.
Se cruzó de brazos y me miró fijamente. Yo desvié la mirada.
Aunque… deseaba mucho no tener que hacerlo.
Era hermosa. De una belleza etérea, casi irreal. Como una diosa.
Aunque, sí, antes era una rata. Eso… complica las cosas.
—¡Oye! ¿Por qué no me miras? ¡Estoy hablando contigo!
—¡Porque estás completamente desnuda! ¡¿Estás loca?! ¿Por qué no te transformaste con ropa?
—Ehh… no puedo hacer eso. Tendría que haber tenido ropa cuando era rata.
»Pero creo que ya me está dando frío…
»¿Cómo pudiste dormir aquí sin congelarte?
La vi abrazarse a sí misma, temblando un poco.
Era… tierna.
Y vulnerable.
Y completamente desnuda.
Tengo que encontrarle algo para cubrirse. Rápido.
"Abuelo...¿en qué rayos me metiste?"